viernes, 15 de abril de 2011

¿UN PARAJE SIN RETORNO?

Sin aliento y nada más. Sin aliento y exhausto perdiendo el vigor de mejores días, días de antaño, otrora de destellos fugaces de felicidad, palabra que ha venido a hundirse en el vacío, en la nada, en el horizonte feneciente. Sí, es verdad, pues en aquella oscuridad sabes la verdad que agobia cada latir, cada respiro. Es un punto sin retorno. Bajar por los escondrijos de la inmundicia es un punto sin retorno.

¿Qué es un instante más que la vida? ¿Qué es un momento más que el oro? ¿Qué es un capricho más que todo? No, no son nada, más que espejismos bajos de una escalera descendente a escondrijos asfixiantes, en la oscuridad, en el vacío interior.
Destellos. Destellos fugaces en la conciencia. Imágenes del error y del pasado que condiciona un presente, inmóvil, aplastante, inmundo, sin aliento y oscuro. De todas formas destellos, que en el sin retorno atisban el camino de regreso.

¿Cuál es el regreso sino la perdición? ¿Cuál es el camino sino la oscuridad? ¿Cuál es la fuerza para avanzar sino las cadenas? Si, si hay perdición, oscuridad y cadenas, empero también regreso, camino y avance hacia la libertad.

Si, libertad. De lo ultrajante y denigrante, de lo decadente y corrompido de un ser humano, aún hay retorno del paraje más oscuro y recóndito, del vacío más abismante e infernal.

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